River 0-1 SL. Fecha 16. Superliga

Sólo un milagro podía darle la victoria a San Lorenzo en el Monumental. Y sucedió, créase o no. Desde las estadísticas negativas por la cantidad de años sin ganar en el estadio mundialista, otros tantos sin hacer siquiera un gol, y – sobre todo – la actualidad de los equipos que se enfrentaban en el clásico de la última fecha (estaría de más explicar las diferencias obvias). Un gol en el único ataque aislado en el primer tiempo, dos penales errados del otro lado y otra decena de llegadas que increíblemente no terminaron en el empate. El Ciclón terminó celebrando tras una función tragicómica con sabor a tres puntos de oro.

Decir que el triunfo fue injusto sería caer en lo obvio. Más interesante sería analizar el porqué, aunque cueste mucho. Pero si Diego Monarriz pretendía neutralizar a River con el mismo esquema que lo hizo sufrir contra Patronato de local la lectura fue totalmente errada. La línea de 5, que hasta acá ya había dado ventajas, esta vez jugó tan cerca de Sebastián Torrico que en ningún momento pudo respirar aliviado. Al tándem Poblete – Ramírez le sucedió algo similar.

Cuando la visita recién a los 15 cruzó mitad de cancha con un par de camisetas más además de los delanteros, River quedó muy mal parado y Adolfo Gaich la mandó a guardar tras un jugadón en el área, dejando pasar a Pinola, a Casco y fusilando de derecha. Y que el Millonario no haya convertido en la primera tuvo que ver, en parte, con las constantes imprecisiones de Quintero y Palacios.  Y también hubo mucha contribución del Cóndor, que volvió a ser figura y le atajó el penal a Santos Borré arrojándose a su izquierda, luego de que Herrera baje en el área a Casco (que había recibido en offside).

El complemento se puede decir que fue un calco de la primera etapa. Poco fútbol del conjunto de Boedo, otro penal errado en el local (Juanfer rompió el palo) y ahí River entró en un nerviosismo del cual no pudo salir y se quedó con dos jugadores menos por los patadones de Palacios y De la Cruz a Óscar Romero. El cuervo casi lo liquida pero Menossi, que había ingresado por Gaich, desperdició una chance clarísima.

Y en los instantes finales el palo le impidió convertir a Pratto, Gonzalo Rodríguez sacó sobre la línea lo que hubiera sido su gol en contra y Torrico siguió respondiendo ante los ataques del Millo hasta el pitazo final de Loustau. Grito al cielo, apilada de futbolistas azulgranas y desahogo para cerrar con triunfazo y a tres de la punta un año bastante flojo en todos los planos.

Por Paulo Caratozzolo